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Las Ruedas de Ezequiel


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En Abril del 2000 fui llevado a la Presencia del Señor y tuve una visión de los “movimientos” de Dios. Por los siguientes siete días no hablé con nadie. Fue durante este tiempo de esperar en el Señor que recibí la siguiente revelación de las ruedas mencionadas por Ezequiel.

Visión de los “Movimientos envolventes”

3/04/00

Vi lo que entendí era la Presencia de Dios. Había muchas nubes en continuos movimientos envolventes que giraban unas sobre otras en formas y direcciones siempre cambiantes… estos eran Sus Caminos. Eran inescrutables. Este viento de Su Presencia que se movía hacia todos ladosdaba paso a más y más giros envolventes de Su Presencia. Sentía que galaxias enteras de éstas nubes en continuo movimiento me serían mostrados, y a pesar de ello serían interminables.

Una luz brillaba en medio de esas volutas y formas siempre cambiantes y pude ver una senda. ésta era la Autopista a Sión; el camino de Su Presencia que llevaba a cada vez mayores profundidades y revelaciones de Su Presencia. La nube era tan espesa que solamente podía verse una corta distancia, y el camino se curvaba frecuentemente. Era imposible predecir o saber hacia donde girarían los movimientos. “No sabes hacia donde sopla el viento, ¿cómo entonces puedes planificar el mañana?”. La torpeza del hombre en planificar su futuro resultaba aparente.

Era tan fácil pisar fuera de la senda. Un momento sin ser consciente de Su Presencia y uno ya estaba pisando en su propia dirección. El Señor me estaba llamando a caminar cada minuto en Su ininterrumpida Presencia si es que pretendía permanecer sobre esta Autopista. “Pocos son los que siguen este camino hacia el cumplimiento de sus llamados. La mayoría se distrae de él. Muchos jamás lo vuelven a hallar”.

Ver los constantes movimientos de estas nubes me parecía normal y natural, y vacilaba en denominar a esto una visión. Quizá debí describirla como una impresión, aunque ciertamente podía yo “ver” lo que estaba viendo, por lo que se trataba más que solamente de imaginación inspirada. Si uno “ve” algo así, ¿de qué otro modo llamarlo?

Nunca antes había tenido una visión y tenía muchas ganas de seguir viendo. De alguna manera tonta intenté obtener más de la visión que lo que había recibido, pero no funcionó. No pude estirar la visión más allá de lo que me había sido dado, aunque era consciente que si fallaba en cooperar en Su Presencia (por ejemplo, tratando de levantarme del piso) entonces lo que tenía pronto desaparecería y tendría que abandonar ese mundo.

Después de recibir esta visión sentí que el Señor quería que yo pasara algún tiempo buscándole a él, por lo que con ese propósito alquilé una pequeña casita en un lugar apartado junto al mar. Sentí al Señor instruyéndome de ayunar de toda actividad y conversación por una semana. “Encerrado con Dios, en el Lugar Secreto, allí en el espíritu contemplando Su Rostro. Estate quieto y conoce que Yo soy Dios. Darás descanso a la tierra. Deja de profanar mi Sábado. Tú eres mi Sábado, el lugar de mi descanso”.

El Señor me estaba instruyendo a no estar tan preocupado por las actividades de esta vida natural, y a caminar momento a momento tras los impulses de Su Espíritu. Encontré difícil esa propuesta, porque vivimos en un mundo en el cual la tanta actividad es necesaria. Le pregunté al Señor: “¿Cómo voy a vivir en este mundo en el cual cierta cantidad de actividad es necesaria?”

Recibí la siguiente respuesta: “Hay diferentes aspectos de la vida y una correspondiente actividad que acompaña a cada uno de estos. Aprende a reconocer el momento, y en el tiempo de la actividad hay una unción para hacer lo que te he llamado a hacer. No vayas más allá de la actividad de la función en la que estás. Cuando percibas que el Espíritu se levanta, lo sabrás. Vé a Ezequiel y te mostraré”.

La siguiente revelación acerca de las ruedas de Ezequiel se desarrolló durante un periodo de siete días.

Una interpretación de la vision de Ezequiel de los cuatro rostros

Ezequiel 1: 4-21

Eze 1:4 Y miré, y he aquí [un] viento tempestuoso venía del aquilón, y [una] gran nube, y [un] fuego [que venía] revolviéndose, y tenía en derredor suyo [un] resplandor, y en medio de él, en medio del fuego una cosa que parecía como de ámbar,

Eze 1:5 y en medio de ella, [la] figura de cuatro animales. Y éste [era] su parecer: había en ellos semejanza de hombre.

Eze 1:6 Y cada uno tenía cuatro rostros, y cuatro alas.

Eze 1:7 Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como [la] planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido.

Eze 1:8 Y debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus rostros y sus alas por los cuatro lados.

Eze 1:9 Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban; cada uno caminaba en derecho de su rostro.

Eze 1:10 Y la figura de sus rostros [era] rostros de hombre; y rostros de león a la parte derecha en los cuatro; y a la izquierda rostros de buey en los cuatro; asimismo había en los cuatro rostros de águila.

Eze 1:11 [Tales eran] sus rostros; y [tenían] sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos.

Eze 1:12 Y cada uno caminaba en derecho de su rostro; hacia donde el Espíritu diera que anduviesen, andaban; cuando andaban, no se volvían.

Eze 1:13 En cuanto a la semejanza de los animales, su parecer [era] como de carbones de fuego encendidos, como parecer de hachones [encendidos]: el [fuego] discurría entre los animales, y el resplandor del fuego; y del fuego salían relámpagos.

Eze 1:14 Y los animales corrían y tornaban a semejanza de relámpagos.

Eze 1:15 Y estando yo mirando los animales, he aquí una rueda en la tierra, con sus cuatro haces junto a los animales.

Eze 1:16 Y el parecer de las ruedas y su hechura parecía de Tarsis ([o de Turquesa]). Y todas cuatro [tenían] una misma semejanza: su apariencia y su hechura como es una rueda en medio de [otra] rueda.

Eze 1:17 Cuando andaban, andaban sobre sus cuatro costados; no se volvían cuando andaban.

Eze 1:18 Y sus costillas eran altas y temerosas, y llenas de ojos alrededor en todas cuatro.

Eze 1:19 Y cuando los animales andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los animales se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban.

Eze 1:20 Hacia donde el espíritu diera que anduviesen, andaban; hacia donde diera el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los animales estaba en las ruedas.

Eze 1:21 Cuando ellos andaban, andaban [ellas]; y cuando ellos se paraban, se paraban [ellas]; y cuando se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban tras ellos; porque el espíritu de los animales estaba en las ruedas.

Ezequiel 3 : 13

Eze 3:13 y el sonido de las alas de los animales que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de gran estruendo.

Interpretación - Ezequiel - ruedas – cuatro rostros

Dios es un Dios de actividad incesante, más a pesar de ello él está siempre en perfecto descanso. Esto es porque su actividad fluye de Sus propósitos eternos donde todo ya está perfectamente cumplido.

Las cuatro criaturas vivientes tenían apariencia de hombre. El hombre fue creado para reflejar los propósitos y la Gloria de Dios en sus actividades. Los cuatro rostros de los seres vivientes representan los cuatro rostros del hombre (cuatro propósitos, direcciones o enfoques). La rueda al lado de cada ser viviente representa la actividad en particular, asociada a cada una de las cuatro “caras del hombre” en la tierra. El sonido de las alas de cada criatura es primero la actividad en el mundo espiritual, y el ruido de las ruedas al costado de ellos es la correspondiente actividad en la esfera natural. Ellos han de funcionar juntas, lado a lado, y no independientemente.

“Las ruedas de la actividad no están para girar fuera de Mi Presencia. Mi Presencia mora en las ruedas de la actividad. Es solamente cuando Mi Espíritu se levanta y tú permaneces en esa actividad que las ruedas comienzan a girar sin control y no producen nada. Yo soy el eje que debe hacer girar tus ruedas. Yo soy la rueda dentro de la rueda. Cuando Mi Espíritu se levanta, las ruedas deben levantarse conmigo. Aún tus obras deben estar en Mi Presencia,no solamente tus tiempos de esperar en Mí”.

Nada está oculto de Sus ojos. La llanta, el borde, el círculo de cada rueda está llena de Sus ojos a quien hemos de dar cuenta (He. 4:13)

Los cuatro rostros

El hombre – Adán, hijo de la tierra. Responsabilidades naturales. Obligaciones familiares.

El león – Autoridad del Reino. Dones espirituales y ministerio.

El buey – La labor del hombre.

El áquila – La dimensión espiritual de la vida del hombre. La oración.

Notas acerca de la actividad representada por los cuatro rostros

El buey – La labor del hombre.

En toda labor que está ligada al Maestro hay descanso.

“Pues Mi yugo es ligero y Mi carga es liviana”

La actividad del buey está completamente controlada por aquello a quien o a que está sujeto.

El empleador determina tu actividad. Tu tiempo y tu energía le son entregadas a él a cambio de tu sustento. El empleador es quien controla tu actividad, pero como creyentes no debemos estar con no creyentes “en un yugo desigual” que el ejercicio de nuestra tarea deshonre a Dios. En ese caso la rueda divina no estará dentro de la rueda de tu actividad.

Algunas de las cosas que hacemos durante nuestra vida son lentas, tediosas y repetitivas, pero son necesarias. El trabajo del buey es generalmente cansador. A menudo no parece haber nada “espiritual” en esta forma de labor y uno se siente tentado a desdeñarlo. Cuando volvemos del campo quizá nos parezca que necesitamos un buen baño, pero los bueyes trabajan con la tierra y ensuciarse es parte del trabajo.

Pr 14:4 Sin bueyes el alfolí [está] limpio; mas por la fuerza del buey [hay] abundancia de pan.” (Pr.14:4).

No te dejes tentar a intentar permanecer limpio “no ensuciándote las manos”. La única manera que se incrementa lo que la tierra provee es tocándola. Durante el tiempo del buey, todo lo que tus manos hallen para hacer, házlo con todo tu poder. Deja que el buey desarrolle su fuerza. Sé enfocado, ten una sola mente. Recuerda que toda tarea terrenal tiene un orígen celestial. Dedícate a ella, entrégate totalmente a la tarea entre manos.

Debido a la caída, el hombre tiene la tendencia a apoyarse en la fuerza del buey. Pero Dios “Psa 147:10 No toma contentamiento en la fortaleza del caballo, ni se complace en las piernas del varón.” Las piernas o lomos del hombre es donde está esta fuerza natural, como de buey. Cuando la cara de buey permanece “trabada” a la rueda y no se deja dirigir fácilmente, Dios tiene que “tocar el muslo” del hombre para quebrar la dependencia que tiene en sí mismo ¡y así liberar la rueda! Cuando las ruedas de la actividad están ligadas al buey debemos recordar a quien es que el buey está ligado, y no ir más allá de la medida de labor asignada a este tiempo.

El león – La autoridad del Reino – Dones espirituales y ministerio.

La actividad del león está determinada por el llamado de la persona y sus dones.

Para moverse en la autoridad y poder del Reino se debe permanecer en la unción del llamado. Los propósitos del Reino hallan su expresión por medio del llamado de Dios a tu vida, y la autoridad del Reino es establecida en la tierra en la medida que eres obediente a este llamado. La rueda dentro de la rueda de tu actividad es el llamado de Dios a tu vida. Moverte fuera de tus dones y gracia es apartar tu rostro de la dirección hacia la cual mira el león. Cuando esto sucede, se presentan muchas frustraciones y problemas. Autoridad mal apropiada puede causar mucho daño. El león debe rugir en la jungla correcta, y el Espíritu de Dios debe estar en el rugido.

El águila – La dimensión espiritual de la vida del hombre– La oración

Cara a cara con Dios, toda actividad es dada a luz en la oración. El águila es el única ave que puede mirar fijamente el sol y no ser cegada por él. Aquí, más que con cualquiera de las otras caras, la actividad del águila es en dirección a Dios. El rostro del águila busca el rostro de Dios. Adán mira la tierra de la cual provino; el buey solo mira la tarea frente a él; el león mira a su presa, pero el águila mira a Dios.

El águila es el único rostro que tiene sus propias alas. La actividad del águila está específicamente controlada por las alas del Espíritu Santo. La oración sobrenatural es sin esfuerzo humano. Nos elevamos sobre las alas de la alabanza y oramos en otras lenguas como el Espíritu nos da expresión. Nuestra devoción se prende de la corriente de la dirección y fluir de Dios. Esta actividad es enteramente guiada por el Espíritu.

Hay tiempos en los cuales el águila pierde todas sus plumas y cesa de toda actividad mientras sus fuerzas son renovadas.

El hombre – Adán, hijo de la tierra – Responsabilidades naturales – Obligaciones familiares

“Venga tu reino sobre la tierra, como lo es en los cielos”.

Adán procede de la tierra, pero es el que Dios designó representante de los cielos sobre la tierra.

La rueda de su actividad terrenal debe testificar el sonido de las alas.

La criatura no siempre debe rugir como un león o tener la vigilante atención de un águila. Adán es una criatura de la tierra y la tierra llama. Hay tiempos para ser simplemente humanos y disfrutar de los deleites de esta vida. Hay responsabilidades naturales para disfrutar, y en los aspectos humanos de esta vida llegamos a escoger nuestro propio estilo de vida. A diferencia del buey, el rostro de Adán no está bajo el yugo de la voluntad de otro en estos asuntos. No necesitamos “orar” para saber qué rosas plantar en nuestro jardín. Somos libres de elegir donde vivir, con quien casarnos y qué hacer con nuestro tiempo libre. Pero aún el ruido de esta rueda tiene un sonido que se corresponde con el sonido de las alas del Espíritu. La rueda de esta actividad terrenal debe testificar del sonido de las alas del Espíritu. Hay tiempos en los que Dios llamará: Adán, ¿dónde estás? Cuando la rueda del Espíritu de Dios no está dentro de esta rueda, la actividad del hombre que brota de la tierra se corrompe.

La importancia del balance en la dirección del movimiento entre los cuatro rostros

Eze 1:10 Y la figura de sus rostros [era] rostros de hombre; y rostros de león a la parte derecha en los cuatro; y a la izquierda rostros de buey en los cuatro; asimismo había en los cuatro rostros de águila.

Cada rostro mira a una dirección diferente. Cuando la criatura se mueve, lo hace directamente hacia una de estas cuatro direcciones. Uno solamente puede avanzar hacia una dirección por vez.

Hay cuatro rostros pero sólo una rueda, por lo cual uno puede dedicarse solamente a una función por vez.

Si somos guiados por el Espíritu sabremos cuando cada rostro debe arrancar o frenar la rueda de la actividad.

Mirando hacia las cuatro direcciones de una manera balanceada

Cada día tiene cuatro rostros (usualmente). A vecesun rostro tendrá un periodo extendido de días, semanas o aún meses. Cualquiera el caso, es importante que el hombre mire hacia las cuatro direcciones de manera balanceada.

Si estás manteniendo un sistema de vida balanceado, los movimientos hacia las direcciones de las cuatro caras siempre te traerán de regreso al centro de la voluntad de Dios. Por ejemplo, la cara del hombre mira en la dirección opuesta a la del águila (ellas están en los lados opuestos de la misma cabeza, nuca con nuca, mirando hacia el lado opuesto de la otra).

Habrá tiempos en la vida de una persona en los cuales mirar hacia Dios requerirá un abandono temporal de sus responsabilidades naturales, pero esto puede ser solamente por un periodo. Si ha de permanecer en la perfecta y balanceada voluntad de Dios, estará escuchando el cambio en las alas (hay un ala por cada cara) y sabrá cuando desacoplar la rueda de la oración y estar con su familia. La falta de balance, aún en las cosas de Dios, producirá frustración y eventualmente rebelión contra Dios. Por ello es tan importante, aún después de un tiempo intenso de oración y búsqueda de Dios, de descansar el cuerpo natural relajando y refrescándose.

La gente termina sumida en extraños engaños cuando sacan a Adán enteramente de la tierra a la cual pertenece. Los ministros del evangelio deben ser especialmente cuidadosos en relación a su humanidad. Cuando un ministro continuamente ignora su necesidad de descanso y desvío diario de las presiones de su ministerio, llegará el día en que su alma gritará pidiendo ser balanceada. Es en este punto que se torna muy vulnerable a la tentación porque alguna necesidad natural no ha sido suplida por tanto tiempo y ahora está fuera de control. Más de un águila cayó porque ignoró la vulnerabilidad a sus espaldas. Olvidó que no solamente era águila; también era humano.

Aquellos en el ministerio deben hacer una distinción entre los periodos de actividad en los cuales están empleados al servicio del Maestro, y aquellos tiempos en los cuales solamente le buscan a él y le ministran a él. Un águila es bastante diferente del buey. El servicio al Señor no puede ser substituto del ministrarle a él. Buscar el rostro de Dios para un sermón no es lo mismo que tener con él una dulce comunión.

Uno puede ser engañado a pensar que si uno está activamente ocupado en el servicio espiritual y fluyendo en los dones del Espíritu, de algún modo la relación de uno con Dios está correcta. Nada más alejado de la verdad. Para el ministro, el servicio espiritual equivale al empleo secular del laico. Esta es la cara del buey, sin importar si el empleador es otra persona o Dios. El ministro debe saber cuando desacoplar la rueda de la cara del buey y detener su trabajo para Dios, y acoplar nuevamente la cara del águila para pasar tiempo solamente en comunión con Su Presencia. La rueda se acopla solamente con una cara por vez. Uno puede estar trabajando para Dios y ser empujado a pensar que se está ocupado con la cara del águila. No lo está. Más de un predicador ha terminado apartado, aunque en el púlpito.

Así como la cara de hombre y la cara de águila miran a direcciones opuestas pero complementarias, también así es con las dos caras restantes. Se nos dice que la cara del buey mira hacia la izquierda y la del león hacia la derecha. Cuan a menudo sucede que los creyentes descuidan sus responsabilidades del Reino por ocupar su tiempo casi exclusivamente en perseguir su sustento terrenal. No estamos aquí para ser plomeros, médicos, secretarias o alguna otra cosa, sin desmerecer cuán nobles o llenadoras estas ocupaciones puedan ser. Estamos aquí para rugir por el reino. Pero tampoco debemos ocuparnos en la guerra del reino al punto de excluir nuestras responsabilidades naturales. Un león que no sabe cuando dejar esta cara para transformarse en buey, pronto se transformará en un león muy hambriento.

Entender el balance de cada uno de estos cuatro roles en la vida de un individuo, le ayudará a entregarse con todo el corazón a cada rol a su justo tiempo, sin sentir la culpa que a menudo viene por no poder estar en todos lados al mismo tiempo. La rueda se acoplará solamente con una cara por vez, y es la dirección del Espíritu que impulsa nuestra obediencia a acoplar o desacoplar apropiadamente las caras. El simple comprender de estos cuatro roles en la vida de un hombre nos ayudará a mantener la perspectiva, e incrementará nuestra percepción y sensibilidad a la dirección del Espíritu en estos asuntos.

Podemos vivir al ritmo del siglo 21 en perfecta paz y plenitud, sabiendo que todo está bien. Dios Todopoderoso, que sostiene al universo entero en la palma de su mano, ordena la complejidad de las ruedas de nuestras vidas con una precisión y cuidado que nos aseguraque él tiene todo bajo control. él es la rueda en medio de la rueda. En el centro de todo, él mismo es el punto en quietud de nuestro mundo giratorio

La rueda en oración

La rueda de la actividad del hombre se eleva de sobre la tierra al final de cada día. No debe tocar la tierra de nuevo sino hasta después de haber pasado tiempo en la Divina Presencia escuchando el sonido de las alas y asegurándose que la Rueda Divina está conectada a la rueda de la actividad antes de descender nuevamente a la tierra. Un día sin conexión con la Rueda Divina será un día fuera de los propósitos de Dios, resultando en mucha frustración y pérdida.

éste es el verdadero propósito de la oración. Para el hombre estar rendido a la voluntad del Señor, primero debe pasar tiempo en la Presencia de Su Señor. Aquí, en la Divina Presencia, el espíritu del hombre es enhebrado con los atributos divinos y los propósitos de Dios. La oración es el acto de sumisión perfecto. Toda actividad que fluya desde la oración será bendecida porque posee el toque de Dios. La oración es donde la rueda divina se conecta con la rueda del hombre. Si hemos de estar completamente rendidos a la mente y los propósitos de Dios durante el día, debemos orar sin cesar, siempre conscientes que en cualquier momento la rueda del hombre se puede desconectar y pasar a sus propios caminos, independizándose de la Rueda Divina.

Desde la caída, la rueda del hombre muy fácilmente se torna a seguir su propio camino. Nuestra independencia es el resultado de la caída. Pero Dios nos ha redimido, y ha prometido escribir Sus caminos en las tablas de nuestros corazones para que podamos conocer y caminar en Sus caminos. él nos prometió un nuevo espíritu. Su Espíritu se ha conectado con el nuestro. él prometió ser la rueda dentro de nuestra rueda, lo que garantiza nuestro caminar santo con él.

Cierta vez tuve una impresión de un hombre de cabellos largos, y que éstos se le habían enganchado entre los mecanismos de alguna máquina de taller. Estaba por terminar trágicamente. El cabello habla de gloria y separación. Es mejor que mantengamos nuestros cabellos alejados de las ruedas del mundo, o de ruedas que no nos conciernen, o nos engancharán y nuestro final será terrible.

Un Nazareo no debía cortar su cabello. Esto hablaba de una vida separada en actividad para Dios. Sansón no fue cuidadoso con su cabello. él permitió que lo santo fuese tocado por lo que no era santo y perdió su unción.

Cuando un hombre se torna independiente en espíritu y se rebela al pensamiento de ser ligado al yugo de la Rueda Divina, se hallará finalmente encadenado a la rueda del Filisteo en trabajos forzados y esclavitud. No existe tal cosa como una rueda de giro libre que puede ir donde le plazca. Podemos elegir. Es la rueda de Dios o la rueda del Filisteo. Existen ruedas no sujetas en todas partes, pero éstas pronto caen bajo esclavitud.

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Traducido por ángel Tarnowski